Ultima función de la cuarta temporada
La omisión de la familia Coleman es una obra que pone en evidencia
al núcleo disfuncional que caracteriza nuestras sociedades. No es un retrato de
un país en particular, es la mirada íntima a todo lo que se da en las
relaciones humanas, y que nos avergüenza reconocer.
De la mano de notables actuaciones en todos sus personajes, el montaje incomoda a través de la presentación de estereotipos claramente identificables en la vida cotidiana de todos: una madre loca, un hermano enfermo, una extravagante abuela, un par de hermanos desquiciados y una hija ingrata con mejor pasar económico que todos sus parientes.
La omisión es lo que ronda todos los sucesos anecdóticos que sólo vienen a plasmar las carencias particulares de cada persona. Ya sea que se omitan los sentimientos, las realidades, las verdades... culmina todo en la farsa montada para hacer creer que se es lo que no se es. Tan simple y complejo como eso.
En tono de humor y apelando a una historia inteligente, rápida, divertida y sencilla, este montaje es una fotografía de los conflictos de comunicación de la familia moderna y su deterioro a lo largo de los años. Un trabajo ingenioso, sin grandes recursos escénicos, que tiene a su favor la potencia de una dramaturgia exquisita y algunas de las mejores actuaciones conjuntas del teatro contemporáneo que llega hasta nuestras salas.
De la mano de notables actuaciones en todos sus personajes, el montaje incomoda a través de la presentación de estereotipos claramente identificables en la vida cotidiana de todos: una madre loca, un hermano enfermo, una extravagante abuela, un par de hermanos desquiciados y una hija ingrata con mejor pasar económico que todos sus parientes.
La omisión es lo que ronda todos los sucesos anecdóticos que sólo vienen a plasmar las carencias particulares de cada persona. Ya sea que se omitan los sentimientos, las realidades, las verdades... culmina todo en la farsa montada para hacer creer que se es lo que no se es. Tan simple y complejo como eso.
En tono de humor y apelando a una historia inteligente, rápida, divertida y sencilla, este montaje es una fotografía de los conflictos de comunicación de la familia moderna y su deterioro a lo largo de los años. Un trabajo ingenioso, sin grandes recursos escénicos, que tiene a su favor la potencia de una dramaturgia exquisita y algunas de las mejores actuaciones conjuntas del teatro contemporáneo que llega hasta nuestras salas.
La omision de la familia Coleman - 1° Parte
La omision de la familia Coleman - 2° Parte
La omision de la familia Coleman - 3° Parte
Cada uno de los actores
comprende y esculpe su personaje excelentemente y la conexión actoral es
insuperable, justo al revés de lo que ocurre en el libro:
Dirección de Claudio Tolcachir
La abuela (Ellen Wolf) interpreta a que
vive en su mundo ilusorio, comprensiva y acepta y es cómplice de los errores y
secretos familiares. Ella es el ente aglutinador y la única que tiene cierta
importancia para los miembros de la familia, pero en gran medida es también, se
intuye, la “gran omisora” y la causante inicial del caos familiar. También es la
única que da cariño; es una abuela práctica que, no obstante su compromiso
afectivo con todos, no le es dado contener el desastre que se avecina, omite
todo lo que puede herir o causar desavenencias entre los personajes.
Cuando ella enferma y es
internada, ese hilo conductor se rompe en el grupo, y cada uno de sus
descendientes, tiene que comenzar a forjar su propio destino.
La madre a quien sus propios hijos
llaman “Meme”, distorsión de mamá (Miriam Odorico) poco interesada
en los problemas domésticos; poco habituada a hacerse cargo de sus
responsabilidades; tiene cuatro hijos de diferentes padres, pero no tiene ni
amor de madre ni calidad de madre, parece una hija mas, inclusive, a veces más
inmadura que sus hijos, con un uso y abuso a su conveniencia.
El hijo autista Marito (Lautaro Perotti) en una
impecable actuación, es quien nunca se baña y cuando lo hace es vestido; posee
un léxico complejo y anuncia con la misma pasmosa franqueza que la casa se hunde
como que su madre lo ha apuñalado para echarlo de la cama que comparten.Es un
ser fuera de la realidad, débil, vapuleado por los hermanos e incomprendido por
su deficiencia; los demás no le entienden, porque tampoco se entienden entre
ellos.
La enfermedad que Marito
sufre es real y tangible; pero en realidad la enfermedad flota en la casa y en
sus personajes porque la mayoría están fuera de la realidad.
La hermana mayor Verónica, que nunca
convivió con la familia (Inda
Lavalle) siendo niña, su madre sin darle nada de cariño maternal, se la
entregó al padre; creció en otro ambiente, está casada y tiene dos niños, a
quienes mantiene apartados, junto con su esposo, del ámbito familiar.
Desea concientemente estar
muy lejos de ellos… pero la culpa hace que les dé dinero y trate de encausar en
algo la calamitosa situación familiar. En medio del caos intenta servir de
cauce, pero la realidad es tan aplastante que nadie puede remediar.
La introvertida hija melliza Gabi (Tamara Koper) que parece haber
tomado el papel adulto y conductor de la familia, siempre con gesto adusto y
siempre trabajando para ganar algo que
ayude al sostén familiar, haciendo de costurera. Trata de no conectarse con
hombres para no parecerse a su madre.
El hermano mellizo Damián (Diego Futuros) es enigmático e
introvertido, callado y siempre con intención desconocida, defiende y acusa,
ataca y defiende. Es quizás el mas ambivalente.
El chofer-amante Hernán (Gonzalo
Ruiz) juega entre su amante, ( la hermana mayor) y se enamora de la
hermana melliza.
El médico (Jorge Castaño) ingresa al juego
de los Coleman de manera circunstancial, ayudándonos a todos los espectadores a
entender cómo está compuesta, quien es quien y qué rol cumple cada uno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario